Pequeñeces

- ¡No, no estoy por la labor!- Los ojos le ardían mientras lágrimas gruesas y cálidas, como gotas de lluvia de una tormenta de verano, rodaban por sus mejillas.- He sufrido maltrato físico y psicológico y acoso sexual en el ámbito familiar, vejaciones y humillación pública en el colegio, acoso laboral en mi trabajo. A pesar de todo, he conseguido llegar hasta aquí, casi 30 años de miserias y podredumbre interior. ¡Así que no voy a permitir que me destroces el día!

Terminó su discurso al tarro de cebolletas que, tras mucho esfuerzo, no había conseguido abrir. Se quedó mirando al infinito y, poco a poco, se sumió en el llanto desconsolado y se hizo un ovillo en el suelo de la cocina.

1 comentario:

Óscar Sejas dijo...

Uff...es duro tu relato. La vida a veces pone pruebas duras en las que no flaqueamos pero estallamos con las minucias...

Es lo que tiene guardar tanto dolor.

Un abrazo.